4.1 El mercado del arte

El mercado del arte

Según Sarah Thornton, el mundo del arte contemporáneo es una red dispersa de subculturas superpuestas, vinculadas por el simple hecho de que todas ellas creen en el arte.
Estas subculturas se distribuyen por todo el planeta, pero se agrupan en ciertas capitales: Nueva York, Londres, Los Angeles, Berlín. De igual manera, en el siglo XXI el mundo del arte es más policéntrico de lo que era en el siglo XX cuando París y Nueva York dominaban la escena. 
Los integrantes del mundo del arte, por lo general, desempeñan una de las siguientes funciones:

artista
crítico
marchands
coleccionista
galeristas
curador

Llegar a ser un artista creíble  o exitoso es la más difícil  de todas estas posiciones, pero son los marchands quienes, manipulando el poder de los otros participantes, ocupan el lugar más decisivo. 

 "..el mundo del arte no tiene que ver con el poder sino con el control... el poder puede llegar a ser vulgar, el control es algo más agudo, más preciso.Surge de los artisas, porque es una obra la que deterina cómo van desarrollandose las cosas, pero los artistas necesitan diálogo honesto con un conspirador. Un control directo, basado en la confianza de eso se trata, en realidad, el mundo del arte. " 
Jeffrey Poe. Galerista

El mundo del arte es mucho más amplio que el mercado del arte. El mercado abarca a los que compran y venden obrs, (es decir a los marchands, los coleccionistas, las casas de subastas), pero muchos integrantes del mundo del arte (los críticos, los curadores, los propios artistas) no están  directamente involucrados en esta actividad comercial de manera regular.
El mundo del arte es, incluso, un medio en el que mucha gente no sólo trabaja sino también reside en forma permanente. Es una "economía simbólica"donde el trueque se realiza en ideas y el valor cultural suele ser más significativo que la bruta abundancia. 

Para Tom Wolfe (escritor y periodista estadounidense) el mundo del arte contemporáneo es una "estatusfera". Se estructura alrededor de nebulosas y hasta contradictorias jerarquías  de fama, credibilidad, imaginada importancia histórica, afiliación institucional, educación, inteligencia percibida, riqueza y atributos tales como el tamaño de la colección que se posee.

Si en el mundo del arte existiera un principio en común, sostiene Thornton, probablemente sería que nada es más importante que el arte mismo.  Algunos lo creen de verdad, otros saben que decirlo es de rigor.  Sea como sea, el universo social alrededor del arte suele ser desdeñosamente considerado como  un contaminante sin relevancia.

El universo del arte contemporáneo esta plagado de obras, muchas de las cuales no se entiende muy bien como circula, como o porque tienen tanta atención o logran difusión. Es quizás aqui donde podemos pensar que una gran obra no aparece sino se hace. No solo la hacen los artistas y sus asistentes, sino también los galeristas, los curadores, los críticos y los coleccionistas. 


"...Cuando el hombre comprende que no es más que un accidente en el amplio esquema de cosas, sólo puede engañarse por un tiempo, ...La pintura, más que ninguna otra disciplina artística, se ha trasnformado por completo en un juego con el que el hombre se distrae... y el artista debe profundizar mucho ese juego para ser mínimamente bueno. " 
Francis Bacon


Para muchos integrantes  del mundo del arte, así como para diversos tipos de aficionados, el arte impulsado por conceptos es una especie de canal existencial que aporta sentido a sus vidas. Al igual que las Iglesias y otros puntos de reunión ritualista cumplen una función social, los eventos artísticos generan una sensación de comunidad alrededor de intereses comunes.

El mundo del arte depende del consenso tanto como de los análisis individuales o pensamientos críticos. Si bien venera lo no convencional, rebasa conformidad. Los artistas  hacen obras que "lucen como arte" y se comportan de maneras que encajan en los estereotipos. Los curadores complacen las expectativas de sus pares y de los directorios de sus respectivos museos. Los coleccionistas corren en manada a comprale a un grupito de pintores de moda. Los críticos se fijan para dónde sopla el viento, no sea cosa que queden descolocados.  La originalidad no siempre se ve recompensada, pero algunas personas realmente deciden arriesgarse e innovar, lo cual le da razón de ser a todo lo demás. 


Las obras de arte pueden poseer encanto y carisma, pero en el mercado son unos artículos de consumo como los demás. Se compran y se venden con beneficio o con perdida. Su valor fluctúa de la misma manera que el de los metales preciosos, el café y la harina de soya. Su precio está determinado por las mismas leyes de oferta y demanda. Los precios altos de diferentes obras de arte dominan los titulares de los medios de comunicación que han popularizado la noción de arte como un bien de lujo y simbolo de status. En los últimos años, los objetos de arte únicos se coparan con propiedades inmoviliarias ya que son consideradas posesiones sólidas que no van a desvanecerse de un día para el otro. La visible promesa de reventa ha generado la idea de que el arte contemporáneo es una buena inversión y ha otrogado "mayor liquidez" al mercado. 





Un poco de historia

La realización de encargos directos a un artista por parte de un cliente erala forma habitual de transacción comercial dentro de la organización profesional de los artistas como un gremio másdentro de las artesanías (oficios viles y mecánicos).

Las transacciones comerciales con las obras de arte llegaron a convertirse en la base de un oficio muy lucrativo en la Baja Edad Media (tablas, tapices, esculturas exentas, y especialmente, la pintura al óleo sobre lienzo, y el grabado), puesto que el arte mobiliario es el que más propiamente puede ser objeto de traslados, incluso a grandes distancias.

El aumento del prestigio social del artista vino a partir del Renacimiento italiano, cuando los más afamados de entre ellos se llegaron a considerar humanistas al nivel de los poetas y filósofos, codeándose con príncipes y papas. Lospintores de corte llegaron a gozar de la confianza de los reyes, encargándoseles actividades diplomáticas o recibiendo títulos nobiliarios ( Van Eyck, Rubens, Velázquez); además de tener un papel especial en la compra de objetos de arte, especialmente en sus viajes al extranjero.

La revalorización renacentista del arte antiguo y la mitificación de sus productos como reliquias hicieron nacer el interés por la arqueología y el coleccionismo de antigüedades, así como la aparición de los anticuarios.

Como forma de exhibir su riqueza y gusto artístico, los aristócratas competían mostrando sus gabinetes de curiosidades. Venecia, Florencia, Roma y otras ciudades italianas, especialmente las destacadas por disponer de una escuela de pintura característica, tuvieron mercados artísticos muy activos desde el siglo XV, y fuera de Italia se desarrollaron importantes núcleos, algunos comercialmente más dinámicos incluso, en las ciudades flamencas y en las del Rin.

Para evitar fraudes y conseguir un control fiscal, se fijaron lugares determinados para mercado organizado, y se prohibió la venta en otros (con poco éxito) 

Los salones parisinos del siglo XIX, tanto los oficiales como los de los rechazados popularizaron la práctica de exponer al público el trabajo de los artistas y someterlo a la crítica de arte publicada en periódicos y revistas, así como a la valoración popular, todo ello según muy variados criterios. La actividad de los artistas, cada vez menos sujeta a controles académicos, permitía a algunos llevar una vida acomodada, mientras que otros malvivían como artistas bohemios o malditos (Van Gogh). En este inseguro entorno, en el que el "valor" artístico y económico de una obra no podía garantizarse en cuanto a cómo evolucionaría en los siguientes años o para la posteridad, se desarrolló una nueva figura empresarial: La del Marchante que "apuesta" por un joven artista al que apoya y del que se beneficia.

Aunque el comercio del arte es sumamente antiguo, sólo empezó a asumir sus características modernas en el siglo XIX, cuando se estableció la idea del arte como inversión y también la creencia de que el valor de un objeto aumenta con su antigüedad. Al mismo tiempo, el comercio de arte se vio fortalecido por una nueva clase de coleccionistas: los industriales y empresarios que, con abundancia de dinero recién obtenido, deseaban ver su condición social reflejado en sus posesiones. La idea de que una colección de arte refleja rango social y refinamiento sigue gozando todavía de gran popularidad, pero hoy son muy escasos los coleccionistas privados con fortunas cuantiosas.

Como el Estado ha asumido gran parte de la responsabilidad del mecenazgo cultural, en la actualidad los museos compran la mayor parte de las obras de arte importantes. Debido al valor de los muesos como atracciones turísticas y como expresión de la importancia y el orgullo nacionales y cívicos, su número sigue multiplicándose, especialmente en el Nuevo Mundo y en los países que, como Japón, acaban de adquirir potencia económica. Puesto que la mayoría de los museos tienen presupuestos abultados y como casi todos compran, pero no venden, su presencia en el mercado del arte ha tendido a hacer subir los precios. Cuanto mayores son los depósitos de un museo, tanto menor es el numero de obras que sigue en circulación. En la actualidad, Londres es el centro del trafico artistico mundial, negocio que ha resultado más próspero que casi ningún otro en los últimos años.


Con algunas excepciones notables, de las que las más evidentes son las obras contemporáneas, el arte se ha consolidado como una inversión sólida y a menudo espectacular, superando al mercado de acciones y sirviendo de refugio contra la inflación. Esto explica por que muchos pequeños coleccionistas e incluso las conservadoras cajas de pensiones aseguran su capital invirtiéndolo en cuadros, muebles y porcelanas, contribuyendo así a los enormes beneficios de las casas de subastas más importantes y de los marchantes más afamados.


Fuente:
Varios Autores.- Enciclopedia Universal de la Pintura y la Escultura. Ed. Sarpe. Madrid 1982. págs. 128-129.


El arte de titularidad pública es invendible, no es comerciable y en teoría un objeto artístico es inalienable. Se podría robar, pero no vender, porque no es una mercancía venable. Pese a todas estas teorías socioculturales y el interés que muestran las instituciones por controlar el comercio, el mercado de arte existe. Ha existido desde siempre el mercado de arte y continúa habiéndolo, aunque sólo sea conocido en ocasiones por las noticias sensacionalistas de las grandes operaciones y de las grandes firmas de autores. Hay varias razones para que el comercio del arte se produzca:

1) El artista o productor debe obtener un beneficio de su trabajo y para ello se sirve de los distintos canales de comercialización: galerías, marchantes, venta libre y venta directa.

2) El artista tiene en la venta de sus objetos la evidencia del éxito, de tal forma que el reconocimiento artístico (muchas veces post mortem) se manifiesta en la cotización de la obra, aunque parezca contradictorio. Normalmente se dice de un artista que ha triunfado cuando alcanza ciertos niveles de precio. Picasso, tan irónico como siempre, comentó en alguna ocasión: “El artista vende lo que pinta, el pintor pinta lo que vende.”

Como siempre, el problema no está en los beneficios que obtiene el artista, sino en el intermediario, porque no hay limitación de precios ni control, y el valor de una pieza de arte lo señala la oferta: una obra vale lo que se ofrece por ella.

El comercio de arte es muy especial, ya que el comprador compra un objeto mágico (cultural); adquiere una participación en la obra total del artista y de la cultura (historia); se hace dueño de un objeto de placer (estética) y, por fin, adquiere un objeto joya (mercancía) siempre revalorizable, por lo que el propietario realiza una inversión económica. Los objetos artísticos se compran y se venden no por lo que sirven, sino por lo que significan, muy al contrario de los demás bienes naturales o industriales, que valen en cuanto que son útiles. Las obras de arte son realmente objetos especiales.

El arte, por ejemplo, se esta convirtiendo cada vez más en un “valor turístico” y pertenece al comercio del turismo en alza, de tal forma que el clima y el patrimonio cultural y artístico componen los dos apoyos fundamentales de la promoción turística mundial (...).


Integrantes del mercado de arte


Las obras de arte pueden poseer encanto y carisma, pero en el mercado son unos artículos de consumo como los demás. Se compran y se venden con beneficio o con perdida. Su valor fluctúa de la misma manera que el de los metales preciosos, el café y la harina de soya. Su precio está determinado por las mismas leyes de oferta y demanda.Un objeto de arte fuera del comercio o mercado, también contiene un potencial o atributo de valor por ser interesante, útil para algo, por complacer a la necesidad de alguien.




Es importante hacer la distinción entre Valor y Precio en este mercado. “Valor” es la cualidad contenida en el objeto o satisface a la necesidad, interés o deseo de una persona. “Precio” es un acuerdo estipulado, siendo entonces, no más que el valor comercial de un objeto.

En la actualidad solemos pensar en el “arte” refiriéndonos fundamentalmente a pinturas, dibujos y esculturas, pero estos medios sólo se elevaron en época reciente a esta categoría. Hasta fines del siglo XVII, por ejemplo, ocupaba el lugar preponderante la orfebrería, y no se hacía tan claramente como hoy la distinción entre arte y artesanía. Incluso en la actualidad, los muebles, la porcelana -las “antigüedades” en general- constituyen el volumen más importante dentro del comercio del arte.

Integrantes:


-Artista- Galerías de Arte y Marchantes o Art Dealer, Ferias de arte, Museos, Instituciones públicas (estado o el parlamento) , o privadas (empresas o fundaciones) público privado comprador ( aficionados, diletantes, coleccionistas)

Casi todo el arte que se compra y se vende pasa por estos intermediarios. Por lo general, las subastas se hacen bajo el patrocinio de museos, de coleccionistas privados muy ricos o de marchantes que compran para sí o para clientes que les pagan comisión. Los coleccionistas privados más modestos suelen comprar directamente a un marchante que, a diferencia de las casas subastadoras, suelen ser de fiar en cuanto a la autenticidad de los artículos con que comercian. La casa de subastas obtiene sus beneficios de la comisión, por lo general un 10 % del precio pagado, que cobra tanto al vendedor como al comprador, mientras que el marchante carga un porcentaje mucho mayor. Los beneficios son importantes, pero también lo son los gastos. Es preciso mantener locales en zonas caras de las ciudades, emplear a personal experto, distribuir costosos catálogos y otras formas de publicidad.

El Estado ha asumido gran parte de la responsabilidad del mecenazgo cultural, en la actualidad los museos compran la mayor parte de las obras de arte importantes. Debido al valor de los muesos como atracciones turísticas y como expresión de la importancia y el orgullo nacionales y cívicos, su número sigue multiplicándose, especialmente en el Nuevo Mundo y en los países que, como Japón, acaban de adquirir potencia económica.

Puesto que la mayoría de los museos tienen presupuestos abultados y como casi todos compran, pero no venden, su presencia en el mercado del arte ha tendido a hacer subir los precios. Cuanto mayores son los depósitos de un museo, tanto menor es el número de obras que sigue en circulación. En la actualidad, Londres es el centro del trafico artístico mundial, negocio que ha resultado más próspero que casi ningún otro en los últimos años. El arte de titularidad pública es invendible, no es comerciable y en teoría un objeto artístico es inalienable. Se podría robar, pero no vender, porque no es una mercancía venable.

El comercio de arte es muy especial, ya que el comprador compra un objeto mágico (cultural); adquiere una participación en la obra total del artista y de la cultura (historia); se hace dueño de un objeto de placer (estética) y, por fin, adquiere un objeto joya (mercancía) siempre revalorizable, por lo que el propietario realiza una inversión económica. Los objetos artísticos se compran y se venden no por lo que sirven, sino por lo que significan, muy al contrario de los demás bienes naturales o industriales, que valen en cuanto que son útiles. Las obras de arte son realmente objetos especiales.

Peritación y tasación de obras de arte


Una obra de arte no tiene precio, pero sí tiene valor o valoraciones. El justo precio y el comercio no deben existir en el arte, pero sí la valoración estética, histórica, antropológica, técnica y científica. Certificar estos valores es peritar o expertizar una obra; señalar el precio de la pieza es tasar.


El “peritador o expertizador” es quien determina la época, la calidad, la escuela, el taller, el autor, la importancia de la pieza en la historia de la cultura, y el estado de conservación o restauración en que se encuentra la obra, determinando si es original, copia, imitación o falsificación.


El tasador, que determina el “valor” económico, es o puede ser un profesional conocedor del mercado y la bolsa del arte, y puede señalar el precio por estar al corriente de las valoraciones en el mercado.


La primera función es propia de un experto licenciado en Historia del Arte, en Arqueología, en Antropología o en Historia General, y la segunda es misión de un economista con conocimientos de arte.


En la práctica, y mientras no exista una legislación que especifique la titulación y la profesionalidad, quien perita y tasa suele ser un amigo que entiende de arte y sabemos que no nos engaña. De hecho, se extienden certificaciones firmadas por personas sin una especifica titulación para poder peritar o tasar los llamados objetos especiales u obras de arte. Cuando en otras profesiones se legisla y vigila la actividad profesional, para evitar intrusismos, en el mundo del arte y de la cultura la actividad es “libre” y a nadie se le condena por falsificar o “documentar” una pieza artística de manera torticera.

El llamado mercado del arte es un concepto económico y artístico que designa al conjunto de agentes individuales e institucionales que se dedican a la explotación comercial del arte y que, como mercado, fija precios a los productos artísticos u obras de arte.

En el mercado del arte actúan oferta y demanda de un “producto de arte único e irrepetible” ya que contiene “creación”, que es el más alto valor agregado que existe en producto alguno.

Después de los Ready-made de Marcel Duchamp (objetos industriales formados por el artista sin haber sido creados por él) se sabe que un objeto (urinario, botellero, rueda de bicicleta, etc) puede convertirse en una obra de arte a partir del momento en que el artista así lo decide. Ya no será posible evaluar una obra en función a sus características materiales y, particularmente, de su adecuación a los patrones de belleza, como ocurría en los tiempos de la academia; otros criterios como el saber hacer, el trabajo, la innovación, la técnica, el dominio del oficio, la originalidad y la autenticidad operan poco en la evaluación de una obra de arte.


Nuevos Involucrados:

En el negocio del arte han ingresado nuevos protagonistas, son los llamados “Fondos de Inversiones” que, asesorados por importantes casas de subastas como Sotherby’s o Christie’s compran y vende arte por grandes sumas de dinero con una visión netamente económica.

En cuanto a la situación actual del movimiento económico del arte contemporáneo, podemos decir que está dado por cuatro escalas de mercado:

1.- Internacional- casas de subasta: El mercado está perfectamente controlado por las multinacionales del arte. Tienen escalas de valor y son los referentes mundiales en el precio de una obra ya consagrada y satisfacen a los coleccionistas.

2.- Galeristas Nacionales, Internacionales y Ferias de Arte: la mayor parte de las ventas se realizan entre las mismas galerías, las cuales invierten en artistas en vías de consagración. La búsqueda la realizan a través de los propios artistas o ferias internacionales como la Bienal de Sao Paulo, Arco (Madrid), Basel (Miami), ArteBA (Buenos Aires) etc.

3.- Independientes: Representados por Dealers (marchantes), coleccionistas, representantes de artistas, casa de remate, particulares, colectivos de arte, entre otros. En los últimos años este grupo se ha ampliado especialmente las parejas recién casados o jóvenes de altos cargos con amplitud de mundo, que adquieren cuadros como inversión y ornato. Se define como un mercado en base a gustos sociales que condicionan la oferta y la demanda local.

4.- Experimentales: es el mercado que han generado por los artistas en búsqueda de nuevos circuitos, algunos en vías de consagración (barrios, galerías emergentes, entre otros) y otros son resultados de las nuevas tecnologías como Internet, que ha resultado ser una interesante vitrina para que cientos de artistas en formación o carácter experimental y también han tomado un carácter comercial, siendo los clientes personas directas, donantes, mecenas o cualquier otro tipo de patrocinadores.




Material de lectura

The Brooklyn Museum Collection: The Play of the Unmentionable (Joseph Kosuth)

  • Garcia Canclini, La creatividad redistribuida, Siglo XXI Editores, 2013 México.
  • Giunta Andrea, Cap 2.El espacio del curador. Dos siglos , un museo, dos dècadas, trecientas bienales.En La creatividad redistribuida , Siglo XXI Editores, México 2013.
  • Oliveros Elena, CapII Lo museable, Cuestiones del Arte Contemporàneo, Emecè Bs As, 2008
  • Graw Isabel, ¿Cuanto vale el arte?. Mercado, especulación y cultura de la celebridad.  Ed Marculce,Bs As, 2013

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